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¡ES MI FIN DE SEMANA!, ¡NO, ES EL MÍO!: LAS SEPARACIONES Y LOS HIJOS (AS).

Lorena es una niña de seis años, en los últimos días, la profesora Aura la observó irritable, se distrae con facilidad, en ocasiones la nota triste, su rendimiento académico disminuyó y tiende a aislarse. A Leticia, madre de Lorena, le generó preocupación el reporte de la profesora y se preguntó ¿será que su comportamiento se debe a la situación familiar?

Leticia es una mujer de treinta años, es ingeniera de alimentos, sostenía una relación de noviazgo con Carlos, quien es ingeniero de sistemas, se conocieron por medio de una amiga en común que los presentó. Al iniciar la relación, se entendían muy bien, compartían tiempo en la universidad y por fuera de ésta, bailaban, iban a cine y a ambos les encantaba el deporte.

Seis meses después de haber iniciado la relación Leticia tuvo un retraso ¡no lo podía creer!, se realizó una prueba de embarazo de orina, sintió que el mundo se le venía encima, a través de una de sangre, lo confirmó, positivo, sucedió lo que tanto temía, ¡estaba en embarazo!

Cuando Carlos se enteró de lo sucedido, no sabía qué hacer, quería ser un hombre responsable, no como su padre, que había abandonado a su mamá, por lo cual lo único que se le ocurrió fue proponerle a Leticia que empezaran a vivir juntos para que cuando naciera el bebé tuviera un hogar. Leticia no estaba muy segura, pero aceptó, no quería ser madre soltera, le aterraba la idea de criar un hijo (a) sola.

Los días, los meses, los años fueron transcurriendo, estaban en medio de una normal monotonía, parecía que todo estaba bien, no había mucha diferencia entre un día y el siguiente, hasta que Leticia se dio cuenta que aquel hombre con quien vivía le era infiel. Un dolor que no podía describir la albergó y aquel día cuando Carlos sacó sus pertenencias de la casa sintió que no podía soportar más.

La cotidianidad cambió, ahora eran en casa Leticia y Lorena, Carlos estaba muy pendiente de su hija, pero Lorena todos los días preguntaba a su mamá si esa noche iría su padre a dormir, no sabía de qué otra manera explicarle que ni esa noche, ni ninguna otra, volvería a dormir con ellas.

Leticia albergaba dolor, rabia, decepción y deseo de venganza, en ocasiones gritaba a su hija para que dejara de hacer tantas preguntas. También sentía mucha presión, ahora era ella en casa con todas las responsabilidades, pensaba que Carlos se había relajado, dejándole toda “la carga” de Lorena a ella y los fines de semana, que había menos actividades escolares, quería disponer de su hija, sin contar con ella. Además, le aterraba pensar que Carlos le estaba colocando madrastra a su hija y estaba dispuesta a no permitirlo.

Toda esta situación generó discusiones y enfrentamientos entre los padres, Lorena en un aparente silencio lo presenciaba, poco a poco, todo se tornó un caos, discutían por los gastos de Lorena, ¿quién puso más?, ¿quién puso menos?; ¿quién le ayuda a hacer más tareas?; “este es mi fin de semana”, “no, este es el mío”; “yo tengo derecho porque soy la madre”, y “yo soy el padre”; “pasará navidad conmigo”, “no, conmigo”; “en semana santa va a estar conmigo”, “no, me corresponde a mí”.

De pronto, Leticia escuchó la campana de alerta que estaba sonando y se preguntó, ¿será que la separación está afectando a Lorena?, “es culpa de Carlos por dejarnos”, ¿Qué debó hacer?

A muchas parejas les sucede algo similar a lo vivido por Leticia y Carlos, la separación o divorcio trae consigo confusión, duelo por la ruptura, emociones negativas hacia la otra parte. En ese momento parece difícil interiorizar que se deja de ser pareja, pero se sigue siendo padre y madre, es decir, socios de un mismo proyecto, en este caso, Lorena. 

Los adultos se enredan con tantas minuciosidades que por algún momento pareciera que pierden de vista al ser más vulnerable de esa relación familiar, los hijos (as), que también resultan afectados y como Lorena empiezan a manifestar en su contexto escolar, el impacto emocional que le genera la forma como sus padres manejan la separación.

En medio de toda esta confusión que le causó la separación, Leticia, con la ayuda de una muy buena amiga, logró reconocer que su familia necesitaba hacer un alto, fue así como acudió a terapia con el objetivo de buscar orientación para su hija, pero descubrió que más que Lorena, eran los adultos que estaban alrededor de ella quienes debía de replantearse la forma como se venían relacionando, cuando lo lograron, Lorena también se estabilizó a nivel emocional.

Foto de Ketut Subiyanto en Pexels

¿Qué opinas de esta publicación?



Rocío de Lourdes Gómez A

3 años ago

Es una situación muy real, sucede en la mayor parte de las personas q se encuentran separadas o divorciadas.El trabajo con los niños es importante de igual forma con los padres y su red de apoyo.Muy buen contenido.Felicitaciones!!!!

Natalia González

3 años ago

Muy interesante y oportuno.

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