Valentina Agredo Sanín
Psicóloga. Magister en Derechos Humanos. Especialista en Cultura de Paz y DIH.
La ansiedad se reconoce como una emoción que surge ante lo incierto y/o la sensación de amenaza frente a un hecho o una idea. Los episodios de ansiedad son comunes entre las personas y suelen presentarse como respuesta adaptativa. Por diversas situaciones se puede sentir ansiedad: algún cambio en la rutina, noticias emotivas, pérdidas afectivas, presión laboral o académica. Pero cuando la ansiedad pasa a interferir en la cotidianidad de una persona, llegando incluso a incapacitarla, puede que se trate de un trastorno de ansiedad y se requiera acompañamiento psicoterapéutico para afrontarlo. Es importante tener en cuenta que la ansiedad como patología suele aparecer y desaparecer de manera aleatoria, presentándose de forma exagerada, no necesariamente racional.
Existen varios tipos de ansiedad que se expresan de diversas maneras. Por ejemplo, los ataques de pánico se ubican como crisis producto de ansiedad anticipatoria. Por lo general la persona se apresura a un suceso y aparece de manera repentina el miedo intenso y malestar general acompañado de respuestas fisiológica traducidas en palpitaciones, náuseas, mareo, sudoración, agitación y sensación de ahogo. A nivel cognitivo suelen presentarse ideas irracionales, pensamientos persistentes, miedo a equivocarse, sensación de vergüenza y miedo a la muerte. La respuesta conductual puede variar entre paralizarse y activación corporal, imposibilitando la sensopercepción.
Es común que después del primer ataque de pánico las personas empiecen a vivir en estado de alerta por temor a volverlo a presentar. Esto aumenta las posibilidades de una nueva crisis en tanto ya hay anticipación mental a un posible episodio catastrófico de descontrol.
En otro lado se ubican las obsesiones y compulsiones, siendo las primeras ideas y pensamientos recurrentes que se consideran egodistónicas; es decir intrusas e inapropiadas. Esto provoca ansiedad y malestar en las personas que las presentan. Por lo general, el contenido de las ideas suele hacer referencia a inquietudes, dudas e inseguridades asociadas con impulsos y necesidades de disponer de elementos en un determinado orden. Estas ideas obsesivas vienen acompañadas, por lo general, por actos compulsivos que tienen como propósito mitigar la ansiedad que producen los pensamientos. En este sentido, las personas se sienten impulsadas a realizar algún tipo de comportamiento o conducta para reducir el malestar perturbador.
Para terminar, existen varios estímulos que provocan la ansiedad; sin embargo, el proceso de desarrollo está atravesado por múltiples factores que pueden llevar a producir ansiedad en mayor o menor grado, también interfieren factores como la personalidad y hechos ocurridos en la infancia. En muchas ocasiones se ubican acontecimientos estresantes, dificultades para entablar relaciones interpersonales, enfermedades preexistentes o incluso problemas sociales.
Es importante, al momento de identificar con frecuencia algunos de estos síntomas: sudoración, agitación, sensación de ahogo, miedo a la muerte, sensación de pérdida del plano real, alucinaciones y mareo, recordar que no es necesario atravesar el malestar en soledad. El acompañamiento psicológico contribuye con el desarrollo de herramientas personales para afrontar esta condición.
FRANGUELLA, L.; GRAMAJO, M. (S.F) “Trastorno de pánico en: Manual Psicoeducativo para El Consultante
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